lunes, 21 de septiembre de 2009

Cuando maltratas a una mujer dejas de ser un hombre

Toda sociedad abierta se enfrenta a cambios a lo largo de su historia. Eso obliga a los gobernantes a afrontar retos en los que aparecen nuevas formas de delincuencia o simplemente nuevos conflictos sociales.
A la vez, conductas que eran consideradas delictivas y perseguidas con saña dejan de serlo. Como ejemplo de lo primero podemos ver el aumento de los delitos cometidos por menores o el repunte de la violencia machista. Como ejemplo de lo segundo podemos destacar aberraciones jurídicas como la persecución del comunismo y la masonería, la ley de peligrosidad social o considerar delito el adulterio.

Ante las nuevas amenazas a la convivencia, se suele producir un reflejo en la sociedad que es idéntico en todos los casos: Se huye hacia el Derecho Penal y se le echa la culpa a la educación. Es recurrente que cuando un hombre mata a su mujer la población salga a la calle pidiéndo la cadena perpetua o el cumplimiento íntegro de las penas y a la vez políticos digan que es imprescindible el que en el colegio se incida en la igualdad entre sexos.

Si esto fuese tan fácil, disciplinas como la criminología no tendrían razón de ser. Algo tan sencillo como enseñar constitución a los niños y establecer penas draconianas sería suficiente para que la delincuencia descendiese. Lamentablemente no es tan fácil.

Para entender este fenómeno, lo primero que hay que entender es por qué delinquimos. O visto desde otra óptica, Por qué NO delinquimos. En un primer vistazo puede parecer que no delinquimos por miedo a la cárcel, por miedo al castigo. Desde luego es algo intimidante, pero no es el peor castigo. Creo sinceramente que no delinquimos por aquello que se llama "control social informal". No delinquimos, porque en el caso de que fuesemos encarcelados, nuestra familia sufriría, esas relaciones sociales a las que hemos dedicado tanto tiempo nos darían la espalda, ese empleo para el que nos hemos preparado durante años lo perderíamos, porque nuestros vecinos nos despreciarían. En definitiva, no delinquimos, porque somos animales sociales y nos importa la opinión que la sociedad tenga de nosotros.

Es por ello que considero acertadísima la campaña del ministerio de igualdad con el lema de "Cuando maltratas a una mujer dejas de ser un hombre" en el que un grupo de amigos del maltratador le dan la espalda. De nosotros, de nuestra actitud depende el que el maltrato doméstico sea una actitud repudiada por el conjunto de la sociedad o una actitud comprendida y tolerada por el entorno del maltratador.
Pero, desde luego, es mucho más fácil echarle la culpa al gobierno y al maestro....

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